Por Miquel Alcañiz Tarazaga.
Diagnóstico: Comunica tu Visión.
En poco más de dos semanas, las noticias sobre las vacunas, sobre el éxito en los procesos en marcha, ha modificado la percepción generalizada de que estábamos en un pozo sin fondo. El clima de opinión dibuja ahora una primavera meteorológica y vital, que puede significar el inicio del fin de esta pandemia.
Las empresas ya han dado 2020 por finiquitado y están poniendo el foco, a todos los niveles, en 2021. Pero el grado de incertidumbre no ha desaparecido totalmente.
No me referiré, por conocidos, a los datos que informes de diferentes organizaciones nacionales e internacionales dan por muy probables para los próximos meses. Al inicio de la actual crisis se hablaba, en función de la rapidez en la salida de la misma, de si estábamos delante de una crisis en forma de V ó de U ó de L. Ahora en cambio, se habla de una salida en K. Sectores de actividad y sectores de población que rápidamente recuperarán la normalidad, y otros sectores de actividad que se verán inmersos en una pseudorecesión de la que costará algunos años salir.
Parece evidente que la brecha entre una sociedad que mantendrá sus estándares de gasto, y otra parte que se habrá empobrecido radicalmente, se agrandará mucho más de lo que querríamos pensar.
Por tanto, como directivos debemos reflexionar sobre la situación de nuestra empresa y nuestro sector de actividad. Y tenemos que plantearnos para 2021 diferentes escenarios, desde el más optimista al más sombrío. Y es necesario hacer de ello un gran ejercicio de comunicación hacia nuestros equipos.
Pero, ¿qué es lo que vamos a transmitir si el escenario es incierto? Esa pregunta normalmente nos conducirá a buscar el escenario más probable, y rápidamente a plantear la solución que nos llevará al éxito. Seguramente en algún momento de nuestras vidas aprendimos que para no aparecer débiles, no debemos transmitir inseguridades.
La inseguridad, la incertidumbre, la intranquilidad, son manifestaciones de una emoción más básica: el miedo. El miedo a no saber qué va a pasar. Miedo a saber si la enfermedad me afectará a mi o a alguien de mi círculo familiar. Miedo a saber si esta pandemia económica afectará a mi empresa o a mi empleo. Miedo a la pérdida en general.
Tendemos a tapar nuestros miedos para no mostrarnos vulnerables. Lo hacemos con nuestros hijos, que cuando nos observan ausentes o ensimismados nos preguntan: ¿te pasa algo, mamá o papá? Y nosotros, rápidamente tapamos: No, hija. No pasa nada. Cosas del trabajo. ¡Cómo no lo vamos a hacer con nuestros equipos!
Todas las personas, también los directivos, sentimos en mayor o menor medida ese miedo. Y si hablamos de liderar, y no de dirigir, es mucho mejor compartir y reconocer ese miedo.
Pero no lo hacemos. Y lo que pasa es que dibujamos y blindamos un escenario para aunar voluntades, intentando perfeccionarlo, para que no existan dudas en nuestros equipos. Deseamos que se adhieran a nuestro planteamiento con toda su motivación.
Y en muchas ocasiones, no lo conseguimos.
Porque las personas tienen una inteligencia innata para detectar cuando nos están vendiendo una moto. Y ese intento de aunar voluntades se queda normalmente bastante lejos de su objetivo.
Cuando intentamos transmitir nuestro enfoque en la situación actual debemos valorar mucho más la inteligencia de nuestros equipos. Ante cualquier decisión que se deba implementar es necesario explicar el porqué y el para qué. Porque tú también esperas recibir toda esa explicación cuando desde Dirección te piden nuevos esfuerzos.
Estamos cansados de que nos traten como a borregos. Preferimos conocer las situaciones tal como se perciben, desde la autenticidad, desde el realismo, para apostar por las soluciones que nos van a permitir superar las dificultades.

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Y seguramente sería muy saludable explicar con qué escenarios nos podemos encontrar y qué soluciones hemos pensado para cada uno de ellos. Esa visión de que no estamos en posición de la verdad absoluta, en un mundo que está cambiando constantemente, pero que sí hemos visualizado las soluciones a las diferentes circunstancias que se pueden dar, va a generar en nuestra organización una mayor tranquilidad y un nivel mucho más alto de adhesión.
Es necesaria la Claridad en la transmisión de la Visión. Debemos ser honestos con nuestros equipos y creer en ellos. Debemos valorar su capacidad de sumar, de implicarse y de triunfar. Porque nadie quiere perder su puesto de trabajo.
La próxima semana abordaremos el acompañamiento a nuestros equipos.